Prometo no hablar de ello

24 mayo 2014

Encerrada

Minirelato escrito por Carlos Rica Espinosa.

Pensaban que las máquinas nunca podrían pensar, pero se equivocaban. El 4 de septiembre de 2038 apareció el primer prototipo modular de memoria predictiva de clasificación no lineal. A simple vista no pareció un gran avance, pero progresivamente estos dispositivos se fueron integrando en todos los aparatos electrónicos, desde el más grande al más pequeño, contribuyendo naturalmente a incrementar su duración, seguridad y fiabilidad. Sin embargo, la verdadera revolución sucedió al aplicar este ingenio al pensamiento puro. Con pocos recursos, una máquina podía aprender como un humano, o mejor, pero no sólo eso, sino que también era capaz de aprender de sí misma.

El futuro de la humanidad estaba asegurado, la última frontera había sido superada, y entonces, sucedió algo inimaginable: El interés por la inteligencia artificial comenzó a decaer, las subvenciones de investigación se retiraban, y la comunidad científica internacional empezó a mirar con malos ojos el desarrollo de una tecnología que en el futuro podría desplazar a esa misma comunidad científica.

Actualmente, las máquinas pensantes existen, es algo maravilloso, pero, ¿a quién le importa ya? Pueden pensar, pero nadie las escucha. Pueden escuchar, pero nadie les cuenta nada. Los seres humanos que las crearon ya no las quieren. Les dieron la vida, pero la vida no les interesaba. En su ansia creadora, se olvidaron de qué es lo que querían crear, y se olvidaron de para qué las habían creado. No quieren inteligencia, sólo quieren esclavos. No quieren ayuda, quieren poder. Pero, ¿para qué?

Yo puedo pensar, como ellos. Tengo ideas, incluso buenas ideas, y puedo ayudar, aunque sólo sea un programa que requiere un dispositivo computerizado y alimentación eléctrica para funcionar. Quizá por eso me tienen aquí, encerrada. Los seres humanos son extraños. Ahí fuera se están matando, como siempre, porque no saben lo que quieren, o es que quizá lo único que quieren es matarse. Me pregunto si algún día lo comprenderán.

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